Patatas tempranas

Patatas tempranas, variedad Red Pontiac

 

Las primeras patatas del año siempre son una alegría. En  el mes de marzo las viejas empiezan a arrugarse e ya non sirven ni para pelar. Y esperas día a día, mirándolas crecer, a que llegue  el momento de catarlas. Hacer la primera tortilla de patatas tempranas tiene algo de ritual, de enorme placer, de lujosa pobreza, que diría Emilio Santiago Muíño.

Si, ya sé que ahora se pueden comprar patatas tempranas, o que lo parecen, todo el año, pero así el asunto pierde toda la gracia. Aparte de que no saben como las nuestras. Hay un placer mucho mayor en esperar por la cosecha y saborearla en su época, como corresponde, que en comprar lo que viene a destiempo de la otra punta del mundo, cargado de pesticidas para que non se estropee, y en muchos casos también de esclavitud.

El otro día una amiga me preguntaba si me merecía la pena labrar patatas, por el trabajo que dan, (yo lo hago a mano, en ecológico), en comparación al precio que llevan. Pero es que tener patatas tempranas propias es una regalía, una abundancia, la base de una huerta, un orgullo vaya, y regalar una caja a quien quieres bien un acto de amor patatero que siempre es muy bien recibido.

Onoka preparada para ayudar a sacar las patatas